México rechaza uso de drones de EE.UU. contra cárteles del narco
Claudia Sheinbaum se opone al uso de drones estadounidenses en México y reafirma una estrategia de seguridad sin injerencias ni subordinación externa
Ciudad de México, 8 de abril 2025 — «No estamos de acuerdo». Con esta frase tajante, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dejó clara su postura ante una de las ideas que ha cobrado fuerza en los círculos políticos y de seguridad de Washington: utilizar drones militares para atacar a los cárteles del narcotráfico en territorio mexicano. La declaración, realizada en su conferencia matutina del martes, se convierte en un mensaje directo a Estados Unidos y a quienes desde ese país han promovido estrategias de intervención para frenar el tráfico de fentanilo.
«Lo hemos dicho siempre de manera pública: no estamos de acuerdo», afirmó Sheinbaum. «Primero, porque no estamos de acuerdo con ninguna intervención ni injerencismo, eso ha sido muy claro. Nos coordinamos, colaboramos, no nos subordinamos», enfatizó la mandataria, quien subrayó además que el uso de drones extranjeros en suelo mexicano «no resolvería nada».
Una estrategia soberana y de largo plazo
La presidenta reiteró que la estrategia de su gobierno en materia de seguridad se basa en un enfoque integral, que prioriza la inteligencia, la investigación, y la atención a las causas estructurales del crimen organizado. “Lo que resuelve es estar en este trabajo permanente de atención a las causas y las detenciones, que tienen que ver con inteligencia e investigación, coordinación y cero impunidad”, sostuvo.
A pesar de que hasta ahora Washington no ha planteado de forma oficial el uso de drones ofensivos en territorio mexicano, reportes recientes del medio estadounidense NBC señalan que funcionarios militares, policiales y de inteligencia de EE.UU. han considerado esta opción como una medida drástica para combatir el tráfico de drogas, en especial el fentanilo, que atraviesa la frontera sur y llega a miles de comunidades estadounidenses.
NBC cita a seis funcionarios que, bajo condición de anonimato, confirmaron que esta posibilidad ha sido discutida a nivel interno, aunque ninguna decisión ha sido tomada hasta el momento. La propuesta recuerda a otras épocas de alta tensión bilateral, donde sectores políticos de EE.UU. han presionado para que México permita operaciones directas en su territorio.
Sobrevuelos con límites y bajo solicitud
En su intervención, Sheinbaum también abordó la presencia de drones estadounidenses cerca de la frontera común. Aunque reconoció que ha habido despliegues aéreos, aclaró que los sobrevuelos de aparatos extranjeros sólo se realizan cuando existe una solicitud expresa del gobierno mexicano y con la debida autorización de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). «Por supuesto que rechazamos cualquiera de estas acciones [unilaterales] y tampoco creemos que vayan a ocurrir, porque hay mucho diálogo en temas de seguridad y en muchos otros temas», indicó.
El rechazo de México a cualquier forma de intervención militar por parte de Estados Unidos no es nuevo, pero cobra un matiz distinto bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, quien ha enfatizado la continuidad de una política exterior basada en la soberanía y el respeto mutuo. En su discurso, Sheinbaum reforzó la idea de una colaboración bilateral sin subordinación, un principio que ha sido eje del discurso mexicano desde la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Un diálogo que persiste
A pesar de las diferencias de enfoque, la presidenta aseguró que el diálogo con Estados Unidos continúa de forma fluida y constante. “No creemos que esto vaya a ocurrir. Hay mucho diálogo, en seguridad y en muchos otros temas. Entonces, no, en México no. Eso, no», sentenció con firmeza.
El tema, sin duda, seguirá en la agenda bilateral, especialmente en un contexto de creciente presión política en Estados Unidos por frenar la crisis de opioides, donde el fentanilo ha cobrado decenas de miles de vidas. Para México, sin embargo, la respuesta no está en drones ni en ataques quirúrgicos, sino en una estrategia de largo plazo que aborde tanto las estructuras criminales como las causas sociales que las alimentan.
La respuesta de Sheinbaum marca un nuevo episodio en la tensa pero inevitable colaboración entre dos países que comparten una de las fronteras más activas del mundo, y cuyos retos de seguridad, aunque comunes, se enfrentan desde visiones aún contrastantes.