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Putin otorga la Orden de San Andrés a Lavrov en su 75.º aniversario

El veterano canciller ruso es reconocido por su trayectoria, compromiso y prestigio internacional tras más de dos décadas al frente de la diplomacia del país

Moscú, 22 de mayo de 2025 — En una solemne ceremonia celebrada en el Kremlin, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, entregó este jueves la Orden de San Andrés Apóstol el Primer Llamado al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en reconocimiento a su extensa trayectoria, talento y firme compromiso con los intereses de la Federación Rusa.

La distinción, considerada la más alta condecoración estatal de Rusia, fue otorgada como parte del acto oficial de entrega de premios estatales, donde Putin elogió con énfasis la figura del veterano canciller, destacando su influencia tanto dentro como fuera del país.

“El talento, los conocimientos, la experiencia y el intelecto del principal diplomático de Rusia le han hecho merecedor del respeto incondicional tanto en nuestro país como en todo el mundo, tanto entre amigos como, según se dice a veces, entre los llamados adversarios geopolíticos”, expresó el mandatario.

Putin subrayó que la base de este reconocimiento no radica únicamente en las habilidades personales del ministro, sino también en su «devoción por Rusia» y en su disposición a «defender firmemente sus intereses en cualquier situación». Lavrov, con 75 años de edad y más de dos décadas al frente de la diplomacia rusa, es considerado uno de los pilares más sólidos del actual gabinete de Gobierno.

En su intervención, Lavrov agradeció al presidente por el honor recibido y lo interpretó como un reconocimiento colectivo al trabajo del cuerpo diplomático ruso:

“No quiero parecer formal, pero lo diré de todo corazón. Considero su decisión como una valoración del trabajo de todo nuestro equipo en la implementación de las tareas que nos ha planteado en el ámbito de la política exterior”.

Asimismo, hizo alusión a los desafíos que enfrenta actualmente la política internacional, calificándolos como una “lucha entre el bien y el mal” y aseguró que esta distinción servirá de inspiración para continuar cumpliendo con las metas trazadas por el Kremlin.

Una figura clave en la política exterior rusa

Serguéi Lavrov ha desempeñado un papel central en la definición y ejecución de la política exterior de Rusia desde 2004, cuando asumió el cargo de ministro de Asuntos Exteriores. Su carrera diplomática, sin embargo, se remonta a la era soviética, y ha sido testigo —y protagonista— de la evolución geopolítica del país en tiempos de posguerra fría, el ascenso de nuevas potencias, y la transformación del orden mundial.

Con una mezcla de retórica aguda, firmeza estratégica y un profundo conocimiento del tablero global, Lavrov ha sido una figura determinante en momentos clave para Rusia, como la anexión de Crimea en 2014, los conflictos en Siria y Ucrania, así como la actual redefinición de las alianzas internacionales frente a Occidente.

A menudo descrito por sus pares como “el rostro racional de la diplomacia rusa”, Lavrov ha sabido sortear las tensiones con Estados Unidos, la Unión Europea y otros actores clave, consolidando al mismo tiempo relaciones estratégicas con China, India, Irán y América Latina.

Un legado de resiliencia diplomática

Más allá de su cargo formal, Lavrov representa para muchos observadores internacionales la continuidad de una doctrina diplomática anclada en la realpolitik, el multilateralismo pragmático y la defensa de la soberanía nacional como principio rector.

Analistas coinciden en que el reconocimiento otorgado hoy por Putin no solo corona la carrera del canciller, sino que también refuerza el mensaje de unidad interna frente a las crecientes presiones externas sobre Rusia. En un contexto geopolítico marcado por sanciones, conflictos y polarización, el Kremlin continúa enviando señales claras de que su política exterior se mantendrá firme y articulada.

A pesar de las tensiones, Lavrov sigue siendo recibido en múltiples foros internacionales y mantiene diálogos con actores globales de todos los continentes, lo que confirma su peso específico en la diplomacia mundial.

El acto de hoy no es solo una ceremonia, sino una reafirmación simbólica de la estrategia del Kremlin y del liderazgo de una figura que, para bien o para mal, ha dejado una huella imborrable en la diplomacia del siglo XXI.

 

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